Cosas varias que encuentro por ahí...
lunes, 13 de diciembre de 2010
Wilson, de Daniel Clowes
Es una novela gráfica casi dolorosa. Vemos la vida de Wilson y le vemos sufrir por la gente y mascotas que se van. Tiene un cierto humor, pero no te deja el cuerpo nada bien. En cualquier caso, tiene páginas memorables, como por ejemplo la última. Me parece imprescindible, pero porque es un poco como la vida, y la vida de Clowes es agridulce.
El palacio de los sueños, de Ismael Kadare.
Mi tío me dejó esta novela de Kadare, de quien no había leído nunca nada. Trata de un joven miembro de una familia importante que empieza a trabajar en el palacio de los sueños, una institución que se dedica a recopilar todos los sueños importantes del imperio (otomano) con la esperanza de descifrar en ellos todo aquello que pueda poner en peligro el país. La atmósfera es un poco kafkiana, aunque sólo un poco. Tiene pasajes realmente maravillosos, como aquel en el que el personaje debe quedarse hasta tarde interpretando sueños y al intentar salir del palacio, debe hacerlo por un patio adonde llegan de madrugada todos los mensajeros que traen los sueños de lejanas tierras. Una forma hermosísima de dar a entender la inmensidad y belleza del imperio.
Me disgustó un poco el tono nacionalista albanés del último tercio de la novela, pero supongo que es inevitable viniendo de dónde viene y de cuándo fue escrito.
Historias Fantásticas, Adolfo Bioy Casares
Había leído las historias de este libro hace muchos años, y honestamente, no las recordaba en casi nada. Me gustaron menos que entonces, aunque las que me gustaron, me gustaron más. Me pareció soberbia la historia "La Trama Celeste", con un mundo donde triunfaron los cartagineses y no existen los celtas. Un detalle menor que me gustó mucho fue el detalle del camafeo con la diosa de cabeza de caballo. Hermosísimo. También me gustó la primera historia, "En memoria de Paulina", con un fantasma creado por los celos de un personaje que visita finalmente al otro. Y "El perjurio de la nieve". Batsante bueno. El resto me supieron a poco, casi afectados, o a veces directamente fallidos, como el del hombrecillo reducido por en Africa Central al tamaños de un ratón. Bastante malo, la verdad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)