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sábado, 9 de octubre de 2010

Sputnik Sweetheart (Murakami)

    He leído una buena parte de la obra de Murakami, y honestamente. gran parte de sus novelas dejan bastante que desear. Me gustan mucho "The wind-up bird cronichle", "Underground", "The elephant vanishes" (cuentos) y se acabó. El resto, aunque estén bien escritas, parecen repetirse a sí mismas, con giros del argumento forzados y conducentes a que el protagonista principal se termine yendo a la cama con cada personaje femenino que le ponga en ese momento a Murakami. Inaceptable. Sin embargo tiene mucho éxito, entre ese tipo de personajes con pretensiones intelectuales que hacen acopio de libros entre las mesas que adornan El Corte Inglés. 

    En esta novela, Murakami no debía llegar a la extensión adecuada para que fuera una novela. Se le había quedado algo que no era ni una novela, ni un cuento. Y como novela corta no funcionaba. Así que ¿qué hace? Pues lo siguiente. Un capítulo termina con el protagonista siendo informado de la desaparición de su gran amiga, y con la petición de que recorra medio globo terráqueo para llegar hasta la isla griega donde se ha producido el suceso. Las siguientes 70 páginas son la descripción de un viaje sin ningún tipo de interés; cuando el lector llega tan cansado como el protagonista a la isla, Murakami le hace esperar un poco más hasta que llegue la persona que le telefoneó. ¿Para qué? Para nada. Ninguna razón argumental. Tras otro par de páginas, el encuentro se produce, pero ¿nos enteramos finalmente de qué ha ocurrido? Pues no. Se van los dos a cenar y a darse una vuelta por el pueblo. ¡Pero qué es esto! clama el lector. ¡Cuéntame de una vez que pasó! Y quejarse puede todo lo que quiera, que hasta el día siguiente no se lo cuentan los personajes mientras desayunan tranquilamente. Si la desaparecida estaba siendo torturada en una mazmorra, estoy seguro que estaría muy contenta de la diligencia de sus amigos. Menudo par de huevones. Una engañifa, pero nada, sigan ustedes comprando en los grandes almacenes, que ahí hay mucha literatura de calidad... 

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