Lo que no tiene color es esta novela, donde Murakami cambia de opinión a mitad del libro y de algo parecido al 1Q84 cambia en algo parecido a Corín Tellado posmoderna, pro decir algo.
Tsukuru anduvo de adolescente con un grupo que debía ser algo así como las alegres juventudes; cuando vuelve de Tokyo donde ha ido a estudiar, los otros cuatro componentes del grupo no quieren volver a verle, sin darle más explicaciones. Veinte años después, y empujado por una seminovia que tiene y que le dice que cuando hacen el amor está como que no está (al estuilo de los grandes éxitos de Rocío Jurado), Tsukuru vuelve a buscarlos uno a uno para enterarse qué había pasado.
Lo cierto es que ni Murakami lo sabe, porque no lo explica; deja un final abierto en que no sabemos si Tsukuru tiene novia, si cometió tropelías en un mundo paralelo, si a Murakami le sigue doliendo la rodilla, etc etc. Sólo hay una certeza: Murakami sigue cobrando una pasta por cualquier cosa que saca. Pero de calidad y en cuanto a placer de lectura, no es muy diferente de una de Marcial Lafuente Estefanía.
Cosas varias que encuentro por ahí...
miércoles, 5 de agosto de 2015
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