Cosas varias que encuentro por ahí...

viernes, 23 de diciembre de 2011

Diarios secretos de sexo y libertad, de Rafael Fernández.

    En un verano de hace unos cuantos años, descubrí a este fulano que quería ser escritor. Empecé a leer su diario y no pude dejar de hacerlo hasta que lo terminé todo. Podía ver que estaba mal escrito, que era zafio y que cometía faltas de ortografía sin cuento. Pero lo cierto es que escribía bien. Tenía ritmo. Las historias eran apasionantes. Y de vez en cuando tenía un cierre poético de sus entradas que apuntaban muy alto.

    Cuando se autopublicó, compré su libro y lo he vuelto a leer durante las dos últimas semanas. Y otra vez me pasó lo mismo. Rafael cuenta desde sus días trabajando como dependiente en el Corte Inglés, hasta como escapa de ahí y marcha a trabajar de camarero de discoteca donde se tira a una cantidad infinita de turistas y turistas. Alguna vez se enamora,  otras se comporta como un auténtico capullo, y otras le pasan por encima. Pero siempre encuentra la fuerza para seguir escribiendo y extraer el poco humor y la poca poesía que le ofrece la vida. Me ha gustado bastante, pero tengo que admitir que esta lectura es un placer inconfesable...

jueves, 22 de diciembre de 2011

Raise High the Roof Beam, Carpenters, and Seymour, an Introduction de J. D. Salinger.

Este fue uno de los primeros libros que compré en Maryland, dado que era baratísimo (¿unos tres dólares? qué tiempos). Leí el primer relato del título, pero después me quedé enfangado en el segundo.En esta ocasión terminé ambos, y me alegro de haberlo hecho, ya que hacia el final contiene partes tan maravillosas como la que sigue:

"One late afternoon, at that faintly soupy quarter of an hour in New York when the street lights have just been turned on and the parking lights of cars are just getting turned on--some on, some still off--I was playing curb marbles with a boy named Ira Yankauer, on the farther side of the stide street just opposite the canvas canopy of our appartment house. I was eight. I was using Seymour's technique, or trying to--his side flick, his way of widely curving his marble at the other guy's--and I was losing steadily. Steadily but painlessly. For it was the time of day when New York City boys are much like Tiffin, Ohio, boys who hear a distant train whistle just as the last how is being driven into the barn. At that magic quarter hour, if you lose marbles, you lose just marbles. Ira, too, I think, was properly time-suspended, and if so, all he could have been winning was marbles. Out of this quietness, and entirely in key with it, Seymour called to me. It came as a pleasant shock that there was a third person in the universe, and to this feeling was added the justness of its being Saymour. I turned around, totally, and I suspect Ira must have, too. The bulby bright lights had just gone on under the canopy of our house. Seymour was standing on the curb edge before it, facing us, balanced on his arches, his hands in the slash pockets of his sheep-lined coat. With the canopy lights behind him, his face was shadowed, dimmed out. He was ten. From the way he was balanced on the curb edge, from the position of his hands, from--well, the quantity x itself, I knew as well then as I know now that he was immenslely conscious himself of th magic hour of the day. ``Could you try not aiming so much?'' he asked me, still standing there. ``If you hit him when you aim, it'll just be luck.'' He was speaking, communicating, and yet not breaking the spell. I then broke it. Quite deliberately. ``How can it be luck if I aim?'' I said back to him, not loud (despite the italics) but with rather more irritation in my voice than I was actually feeling. He didn't say anything for a moment but simply stood balanced on the curb, looking at me, I knew imperfectly, with love. ``Because it will be,'' he said. ``You'll be glad if you hit his marble--Ira's marble--won't you? Won't you be glad? And if you're gladwhen you hit somebody's marble, then you sort of secretly didn't expect too much to do it. So there'd have to be some luck in it, there'd have to be slightly quite a lot of accident in it.'' He stepped down off the curb, his hands still in the slash pockets of his coat, and came over to us. But a thinking Seymour didn't cross a twilit street quickly, or surely didn't seem to. In that light he came toward us much like a sailboat. Pride, on the other hand, is one of the fastest-moving things in this world, and before he got within five feet of us, I said hurriedly to Ira, ``It's getting dark anyway,'' effectively breaking up the game."


Esto es genio y talento y lo demás tonterías.

El laberinto de las aceitunas, de Eduardo Mendoza

    Llevaba veinte años sin releer este libro. La primera vez que lo hice me gustó bastante; en ésta (y gracias al prólogo del autor) me dí cuenta del tremendo socavón argumental que hay a mitad de la novela y que Mendoza termina saltando como buenamente puede para poder terminarla. Una vez más, no estaba mal, aunque no es una obra maestra. Sigo prefiriendo al misterio de la cripta embrujada.

El asombroso viaje de Pomponio Flato, de Eduardo Mendoza

    Una novela detectivesca al estilo del misterio de la cripta embrujada, pero ambientada en la Palestina romana, cuando Jesús andaba por ahí. Es ligera y se lee bien, pero no pasa de ser una novela de entretenimiento, sin demasiadas pretensiones.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Las falanges del orden negro, de Bilal y Christin

    Un grupo de terroristas pasa por las armas a los habitantes de un pequeño pueblo de Aragón a finales de los años 70. Al ver imágenes de los sospechosos, un antiguo combatiente de las brigadas internacionales descubre que los terroristas son un grupo fascista contra el que combatío durante la guerra civil española, hace más de cuarenta años. Para luchar contra ellos reune a sus antiguos camaradas de armas, todos ellos bordeando los sesenta-setenta, y empieza a perseguir por toda Europa a los fascistas.

    Un comic crepuscular, donde los brigadistas cuentan con todas nuestras simpatías, pero donde al final queda una ambiguedad sobre la utilidad de la lucha, que se termina traduciendo en la aniquilación completa de ambos bandos.

Partida de Caza, de Bilal y Christin

    Un comic de ficción histórica sobre los últimos años del comunismo en la URSS y las luchas de poder que se resuelven detrás del escenario. Un grupo de dirigentes comunistas de diferentes países e historias se reunen en un balneario para dedicarse a la caza. El ambiente es cargado, con un algo que se barrunta que debe ocurrir y que no se desvelará hasta las últimas páginas.

    Muy recomendable. Y encuentro agradable el comic político, que recuerda la guerra fría y el intelectualismo que la definía a diferencia de estos días de plena tertulia económica...

Los Metabarones, de Giménez y Jodorowsky.

Generación tras generación, el nuevo metabarón es criado por su padre (o su madre) de la forma más estricta en las artes guerreras, es mutilado para demostrar su resisitencia al dolor, y finalmente se enfrenta a su padre en lucha mortal para ocupar su lugar en la dinastía y mostrar su valor, y todo ello a pesar suyo. Tras ello, encontrará a una mujer a la que enamorará, le dará un hijo, e inevitablemente la perderá de forma trágica para empezar otra vez con el ciclo.

No lo encontré malo, pero me parece que el argumento de Jodorowsky es muy a menudo flojo, con licencias argumentales intolerables. Tras sufir dos o tres de éstas me concentré más que nada en el dibujo preciosista de Giménez. Combinando ambas cosas, le doy un aprobado medio.

Un hombre que se parecía a Orestes, Alvaro Cunqueiro.

     Creo que han pasado al menos 25 años desde la primera vez que leí este libro. Volví a releerlo este otoño, y una vez más me volví a quedar fascinado con la prosa de Cunqueiro, su aparente simplicidad, la visión poética de su pequeña aldea gallega, y un lenguaje añejo y hermoso, de los que ya no se encuentran.

     Egisto aguarda la llegada de Orestes, que debe matarle a él y a Clitemnestra para completar la venganza que ha sido vaticinada. Diversos viajeros llegan y son confundidos; alguno se parece tanto a Orestes que podría ser él. A su alrededor se entralazan las pequeñas leyendas que Cunqueiro va contando como sin esfuerzo, y que dan una visión amorosa, poética, y melancólica de la vida y del paso del tiempo. Un libro hermosísismo, y probablemente mi favorito de Cunqueiro.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Los años dulces, de Jiro Taniguchi y Hiromi Kawakami

Este es uno de los comics que me fusilé en La Casa del Libro, porque la verdad, dos tomos a 29 euros cada uno no hay cristino que se los pueda permitir. Narran la historia de una mujer de mediana edad, perdida y sin mayores ilusiones, que lleva una vida gris y anodina. Una noche encuentra a su viejo profesor de literatura en un restaurante, se reconocen y desde entonces comenzarán a verse allí de una forma más continuada aunque sin buscarse. Poco a poco la relación comienza a ser más importante para ambos, aunque ambos la teman por diferentes razones.

El dibujo de Taniguchi es una vez más, detallado hasta la extenuación. La historia crece poco a poco; encontré varias partes realmente enternecedoras, como aquellas en que el profesor habla de su esposa, ala que nunca pudo entender por su carácter extraño, o como el paseo del profesor, los dueños de la taberna y la protagonista buscando setas en el monte.

domingo, 4 de diciembre de 2011

El gourmet solitario, de Jiro Taniguchi y Masayuki Kusumi

    Otro comic de Taniguchi, esta vez un manga culinario, ya que el protagonista es un hombre de negocios que siempre se encuentra buscando un restaurante en el que calmar su hambre. A menudo pide muchas cosas y falla a la hora de equilibrar el menú, pero cuando acierta, ¡qué difícil es no envidiarle!

    Pero este comic no es sólo un comic sobre comida. A menudo cada restaurante tiene sus propias reglas y su propio público, lo que hace que Taniguchi nos dé una descripción sociológica de Japon que no hubiéramos alcanzado de otra forma. Bastante entretenido.

Emma, de Jane Austen

    Emma es una niña rica de la campiña británica a la que no le falta de nada para ser feliz: dinero, amigos, el cariño de sus semejantes, talento... El único problema es que, cuando se trata de personas, es incapaz de ver lo que tiene delante de sus narices, y su engreimiento le hace actuar de una forma bastante desconsiderada.

    Como todas las novelas de Jane Austen, me gustó bastante, aunque la encontré bastante menos ligera que "Persuasión " u "Orgullo y Prejuicio". Abundan en exceso (sobre todo en la primera mitad) las conversaciones repetidas, las descripciones psicológicas, y el monólogo interno de la protagonista. Me pasé toda la novela pensando que Emma era una pardilla de cuidado, y suerte tuvo de no quedarse para vestir santos.  

Logicomix

    ¿Están los lógicos locos porque se dedican a la lógica o es la lógica la que los vuelve locos? Este comic aprovecha la vida de Bertrand Russell para dar una descripción de las preocupaciones lógicas en los inicios del siglo XX.

    Me gustó mucho el dibujo (línea clara, dinámico, preciosista) y me gustó mucho el guión, que hace la historia viva. Es además muy inteligente, porque utiliza saltos temporales entre la vida de Russell y el presente para introducir nuevos elementos, definiciones y explicaciones que aclaran bastante la materia para el lego en la materia. Además, el hecho de que los guionistas y dibujantes aparezcan en el comic discutiendo la orientación que le quieren dar a éste me pareció deliciosamente autoreferente en un libro de lógica...